Al papa también se le conoce como santo padre, sumo pontífice, vicario de Cristo, sucesor de Pedro y siervo de los siervos de Dios. A nivel internacional, el papa recibe el trato de jefe de Estado y el tratamiento honorífico y protocolario de Su Santidad. Igualmente, es el representante por excelencia de la Santa Sede, la cual tiene personalidad jurídica propia, canónica e internacional. Así mismo, el pontífice posee inmunidad diplomática, es decir, no puede ser acusado en tribunales, ya que más de 170 países lo reconocen como jefe de Estado del Vaticano.
Conforme a la tradición católica, el papado tiene su origen en San Pedro, apóstol de Jesús que fue constituido como primer papa y a quien se le otorgó la dirección de la Iglesia y el primado apostólico. Hasta el pontífice presente, la Iglesia católica enumera una lista de 266 papas en los dos milenios de historia de dicha institución. Cabe destacar que conforme a otros credos no católicos, tanto la primacía de Pedro como la sucesión papal y hasta el papado mismo, no son considerados como verdaderos o se interpretan bajo sentidos diversos al sentir católico.
Los hijos bastardos de los Papas
Dice Cipriano de Valera en su obra “Dos Testamentos” escrito en 1588 “[…] la
ceremonia de la silla para ver si es hombre o mujer, no se usa ya: la causa es, porque
los que son elegidos por papas, se han habido tan honestamente, que no teniendo
mujeres legítimas, se han mostrado ser hombres en las mancebas, rameras y prostitutas
que tienen de las cuales han habido hijos bastardos y bastardas.”
Para lo cual, haciendo uso de varios libros de historia, he recopilado una lista de los
papas que engendraron sus propios hijos con las esposas de otros hombres, con
sirvientas, sus propias hermanas y algunos, incluso, con sus propias hijas; a los que
según la costumbre papista llamaban “sobrinos”:
1. Anastasio I, 399-401, tuvo un hijo bastardo que fue el Papa Inocencio I.
2. Hormisdas, 514-523, tuvo un hijo bastardo que llegó a ser el Papa
Silvestre/Silverio.
3. Gregorio, 590-604, tuvo un hijo bastardo, que llegó a ser Benedicto VIII.
4. Gregorio III, 731-741, tuvo hijos bastardos antes de ser Papa y también cuando
lo fue.
5. Sergio III, 904-911, tuvo un hijo bastardo con su hija Marozia, que fue el Papa
Juan XI.
6. Juan X, 914-928, tuvo un hijo con Teodora.
7. Juan XII, 955-694, hijo bastardo de Marozia y su hijo Alberico, tuvo un hijo
bastardo que llegó a ser Juan XIV.
8. Inocencio IV, 1243-1254, tuvo muchos hijos bastardos, a los que conforme a la
costumbre papística, llamaba sobrinos.
9. Gregorio XII, 1406-1415, tuvo un hijo bastardo, con una monja benedictina,
llamado Gabriel Condelmere que llegó a ser el Papa Eugenio IV.
10. Sixto IV, 1471-1484, tuvo un hijo bastardo llamado Jerónimo.
11. Inocencio VIII, 1484-1492, tuvo 16 hijos bastardos, uno de ellos fue
Franceschetto Cibo.
12. Alejando VI, 1492-1503, tuvo varios hijos bastardos, por ejemplo Caesar
Borgia, Lucrecia Borgia y el Duque de Gandia.
13. Julio II, 1503-1513, tuvo hijos bastardos y fue acusado de incesto con su propia
hermana y con su hija.
Papisa Juana
Historia de la leyenda
La opinión más extendida es que se trata de una leyenda que, sin embargo, fue dada por cierta por la propia Iglesia hasta el siglo XVI. Las sillas perforadas exhibidas en su apoyo no son al parecer otra cosa que las sillas curiales, que simbolizaban el carácter colegial de la Curia romana. Ninguna crónica contemporánea a los hechos narrados acredita la historia, y la lista de papas no deja ningún resquicio en que se pueda insertar el pontificado de Juana. En efecto, entre la muerte de León IV, el 17 de julio de 855, y la elección de Benedicto III, entre los cuales sitúa Martín el Polaco a la papisa, transcurrió muy poco tiempo, incluso teniendo en cuenta que el segundo no fue coronado hasta el 29 de septiembre del mismo año a causa del antipapado de Anastasio. Estos datos son confirmados por pruebas sólidas, como monedas y documentos oficiales de la época. La crónica de Jean de Mailly sugiere, por su parte, un emplazamiento del papado de Juana un poco anterior a 1100. Sin embargo, sólo transcurren unos meses entre la muerte de Víctor III (16 de septiembre de 1087) y la elección de Urbano II (12 de marzo de 1088), y sólo algunos días entre la muerte de este último (29 de julio de 1099) y la elección de Pascual II (13 de agosto de 1099).Las explicaciones de la leyenda son diversas. El mito fue tal vez ideado a partir del sobrenombre de papisa Juana que recibió en vida el papa Juan VIII por lo que sus opositores consideraron debilidad frente a la Iglesia de Constantinopla, o quizá por el mismo sobrenombre aplicado a Marozia, autoritaria madre de Juan XI quien dominaba la iglesia como si fuera un Papa e influía en políticas. Por otra parte, el mito también remite a las inversiones rituales de valores propias de los carnavales.
Otro punto de partida de la leyenda puede ser la prohibición del Levítico (21, 20) de que esté al servicio del Altar un hombre con los testículos aplastados, es decir, un eunuco. La idea que la prohibición conlleva de verificar que sólo hombres enteros accedan al trono papal, estuvo probablemente en el origen de la inspección ceremonial y del testiculum habet et bene pendebant, un tema sugestivo para una disputatio de quodlibet estudiantil en la escolástica de la Edad Media.
La leyenda se ha desarrollado a lo largo de la Edad Media. La primera mención conocida se encuentra en la crónica de Jean de Mailly, dominico del convento de Metz, redactada hacia 1255. La leyenda se propagó muy rápidamente y sobre una gran extensión geográfica, lo que puede hacer suponer que existía con anterioridad y que el dominico se limitó a consignarla por escrito. Hacia 1260, la anécdota reaparece en el Tratado de las diversas materias de la predicación, de Esteban de Borbón, también dominico y de la misma provincia eclesiástica que Mailly. Pero es sobre todo el relato hecho por Martín el Polaco en su Crónica de los pontífices romanos y de los emperadores, hacia 1280, el que le asegura el éxito.
La acogida que hacen los medios eclesiásticos de la anécdota, que en un principio fue aceptada como cierta, se ha explicado después por el interés del caso jurídico y por una voluntad de imponer una interpretación oficial del supuesto acontecimiento.
En efecto, la leyenda es rápidamente revivida con fines polémicos. El franciscano Guillermo de Ockham denuncia una intervención diabólica en la persona de Juan, que prefigura la de Juan XXII, adversario de los espirituales (disidentes franciscanos).
Durante el Gran Cisma de Occidente, la historia de Juana prueba, para las dos facciones, la necesidad legal de una posibilidad de destitución papal. También fue recogida por el polemista Jan Hus y después por los luteranos, que veían en Juana la encarnación de la prostituta de Babilonia descrita en el Apocalipsis:
También me dijo: «Las aguas que has visto, donde se sienta la ramera, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. / Y los diez cuernos que viste, y la bestia, aborrecerán a la ramera, la dejarán desolada y desnuda, devorarán sus carnes y la quemarán con fuego. / Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo y dar su reino a la bestia hasta que se hayan cumplido las palabras de Dios. / Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra».
Apocalipsis de San Juan.