lunes, 24 de febrero de 2014

gerra de sucesion en españa y decretos de nueva planta

La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto internacional que duró desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713, que tuvo como causa fundamental la muerte sin descendencia de Carlos II de España, último representante de la Casa de Habsburgo, y que dejó como principal consecuencia la instauración de la Casa de Borbón en el trono de España. En el interior de España la Guerra de Sucesión evolucionó hasta convertirse en una guerra civil entre borbónicos, cuyo principal apoyo lo encontraron en la Corona de Castilla, y austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón, cuyos últimos rescoldos no se extinguieron hasta 1714 con la capitulación de Barcelona y 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas del rey Felipe V de España. Para la Monarquía Hispánica las principales consecuencias de la guerra fueron la pérdida de sus posesiones europeas y la desaparición de la Corona de Aragón, lo que puso fin al modelo «federal» de monarquía,o «monarquía compuesta»,de los Habsburgo españoles.

El testamento de Carlos II

En la última década del siglo XVII se extendió en la corte de Madrid una opinión favorable a que se convocaran las Cortes de Castilla para que resolvieran la cuestión sucesoria si el rey Carlos II como era previsible moría sin descendencia. Esta opción era apoyada por la reina Mariana de Neoburgo, el embajador del Imperio Aloisio de Harrac, por algunos miembros del Consejo de Estado y del Consejo de Castilla que ya en 1694 defendieron «la reunión de Cortes como único remedio de salvar la monarquía». Sin embargo, frente a esta opción "constitucionalista" se impuso la posición absolutista que defendía que era el rey quien en su testamento debía resolver la cuestión.
Carlos II de España, último rey español de la dinastía Habsburgo, por W. Humer.
Cuando en 1696 Carlos II testó a favor de José Fernando de Baviera y, sobre todo, cuando en 1698 se conoció en Madrid la firma del Primer Tratado de Partición, que dejaba al archiduque Carlos únicamente con el Milanesado, se formó en la corte un "partido alemán" (o austracista) para presionar al rey para que cambiara su testamento en favor del segundo hijo emperador. Ese "partido alemán" estaba encabezado por Juan Tomás Enríquez de Cabrera, almirante de Castilla y por el conde de Oropesa, presidente del Consejo de Castilla y primer ministro de facto, y el conde de Aguilar, y contaba con el apoyo de la reina y del embajador del Imperio. Frente a él se alzaba el "partido bávaro", encabezado por el cardenal Luis Fernández de Portocarrero, y el embajador de Luis XIV, el marqués de Harcourt, que seguía presionando para defender los derechos de Felipe de Anjou.
Retrato del Cardenal Portocarrero por Giovanni Battista Gaulli (c.1675)
La cuestión sucesoria se convirtió en una grave crisis política a partir de febrero de 1699 cuando se produjo la muerte del candidato escogido por Carlos II, José Fernando de Baviera -de siete años de edad-, porque el "partido bávaro" del cardenal Portocarrero al haberse quedado sin candidato se acabó inclinando por Felipe de Anjou. Nació así el "partido francés" que acabaría ganándole la partida al "partido alemán", gracias entre otras razones a la eficaz gestión del embajador Harcourt –que no excluyó el soborno entre la Grandeza de E"frente al ineficaz embajador austríaco Aloisio de Harrach, cuyas relaciones con la reina, por si fuera poco, nunca fueron buenas" "Mientras Carlos II era sometido a exorcismos para librarse de supuestos hechizos". El marqués de Villafranca, uno de los miembros más destacados del grupo de Portocarrero, justificó así la decisión a favor del candidato francés:

Decretos de Nueva Planta


Los Decretos de Nueva Planta (abreviados DNP) son un conjunto de decretos promulgados por el rey Felipe V, vencedor de la Guerra de Sucesión Española, por los cuales quedaron abolidas las leyes e instituciones propias del Reino de Valencia, del Reino de Aragón, del Principado de Cataluña y del Reino de Mallorca, todos ellos integrantes de la Corona de Aragón que se había decantado por el Archiduque Carlos, poniendo fin así a la estructura compuesta de la Monarquía Hispánica de los Austrias. La "Nueva Planta" también fue aplicada a la organización jurídica y administrativa de la Corona de Castilla. Formalmente los Decretos eran una serie de Reales Cédulas por las que se establecía la "nueva planta" de las Reales Audiencias de los estados de la Corona de Aragón y a la Corona de Castilla.


Los Decretos de Nueva Planta en la Corona de Aragón

El Decreto de Nueva Planta de los reinos de Aragón y de Valencia

Retrato de Felipe V del Museo de l'Almudí (Játiva), expuesto cabeza abajo por haber incendiado la ciudad en 1707.
El 29 de junio de 1707 Felipe V promulga el Decreto de Nueva Planta en el que declara «abolidos y derogados todos los referidos fueros, privilegios, práctica y costumbre hasta aquí observados en los referidos reinos de Aragón y Valencia, siendo mi voluntad que éstos se reduzcan a las leyes de Castilla, y al uso, práctica y forma de gobierno que se tiene y ha tenido en ella, y en sus tribunales sin diferencia alguna en nada».| El proceso culmina el 15 de julio cuando Felipe V liquida el Consejo de Aragón, «porque con esta disposición se logra el importante fin de la uniformidad que tanto deseo haya entre mis vasallos».
Su promulgación, más que una medida innovadora surgida de las coyunturas de la guerra, es la evolución de proyectos anteriores que habían fracasado, como el del Conde Duque de Olivares, causa de la guerra de 1640.
La abolición de los «fueros, privilegios, prácticas y costumbres hasta aquí observadas en los referidos reinos de Aragón y de Valencia» se justificó en el decreto en base a tres argumentos. El primero, la ruptura del juramento de fidelidad hecho al rey —por la rebelión que cometieron, faltando enteramente al juramento de fidelidad que me hicieron como a su legítimo Rey y Señor—; el segundo, el dominio absoluto del que gozaba el rey en todos los reinos y estados de su Monarquía —y tocándome el dominio absoluto de los referido reinos de Aragón y Valencia... considerando también que uno de los principales atributos de la soberanía es la imposición, y derogación de las leyes, las cuales, con la variedad de los tiempos y mudanzas de costumbres podría yo alterar—. Y el tercero el derecho de conquista que le permitía imponer su ley en los territorios vencidos —del justo derecho de la conquista que de ellos han hecho últimamente mis armas con el motivo de su rebelión—. Según algunos historiadores el primer y el tercer argumentos eran ciertos desde la óptica del bando felipista —no así desde la del bando austracista— pero el segundo era muy discutible "ya que la Corona de Aragón, mediante el pactismo, mantenía cauces distintos de relación con la monarquía que condicionaban sobremanera la soberanía real".De todas formas el decreto de Nueva Planta, como ha destacado Carme Pérez Aparicio, fue "el golpe de gracia para el Reino de Valencia",y también para el de Aragón.
El Decreto de Nueva Planta obedeció al deseo de llevar a «todos mis reinos de España a la uniformidad de unas mismas leyes, usos, costumbres y Tribunales». Se impuso una nueva organización político-administrativa basada en la de Castilla,siguiendo el modelo centralista que la monarquía absolutista francesa.
El 3 de abril de 1711 se dictó un segundo decreto exclusivo para el Reino de Aragón por el que se restablecía parte del derecho aragonés otorgándose una nueva organización o planta a la Audiencia de Aragón, cuya sede estaba en Zaragoza. En el caso de Aragón la asimilación de la lengua castellana fue menos traumática, puesto que el idioma propio, el aragonés, había sido sustituido en la administración por el castellano.Sin embargo la imposición del castellano en las clases populares tuvo un impacto similar al del resto de territorios.


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